Permíteme que llegados a este punto,
preso en la geometría de tus piernas
te confiese: he mentido.
Te encontré, y en ese momento no te vi. [Eras tan ajeno...]
En la ensoñación metafísica de la sangre y la carne
no se ve nada más que nada.
Pero, ahora que no estás, te veo.
No estás, pero te tengo a ti
y tengo el nombre que te entrego.
Con el nombre te significo,
te traigo a la presencia y te contemplo. [Hay tanto goce en el contemplarte...]
Con el nombre mío
que te es tan tuyo, sobrevivo, pues
he descubierto que
el único tiempo que no me pesa
es el que paso contigo.
Enrique Latorre-Ruiz 2011
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