recorrer con mis dedos tus temores
y abrazarme a ellos.
Quiero inventarme un nombre impronunciable
para esto,
Y que lo usemos juntos.
Pasar de la condescencia al peso,
arrastrándome, para que tú me levantes
sin decir palabra.
Quiero encadenarme dolorosamente a tu presencia
y que te diluyas en mi, o yo en ti,
como extensión del mismo cuerpo.
Así, podría arrancar a mordiscos la cadena
hasta que me sangrasen las encías y se me nublase la vista.
Así, por la sangre sabría que no te sueño,
Y que tanto existes tú como yo,
aunque lo que aquí escriba no sea cierto.
Enrique Latorre-Ruiz 2011