Te pienso. Decirte cualquier cosa es ridiculo, por eso aguardo a verte y a abrazarte. Únicamente con ese gesto cobarde, si acaso incluso trivial, puedo presentarme.
La miseria y la caridad que la acompaña, cuando es real asusta. Al igual que todo poema.
Agarrate de mi brazo y tomemos el último trago, sin decir nada. Despues nos despedimos con un ligero apreton de manos, entre palabras que no dicen nada y miradas que lo dicen todo. Te quiero, aunque no te lo diga y a veces no lo parezca.
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