jueves, 30 de junio de 2011

:: A modo de epílogo.

Hoy es día 30 de Junio. Acabamos de despedirnos por.., ¿6 vez? En fin, que extraño se me hace todo esto.

Hemos quedado para tomar un último desayuno juntos. Tú tomas un café, y mientras sumerges un pedazo de croissant deforme en el negruzco brebaje, me cuentas tus planes tras cruzar el charco: Que si aquí no hay trabajo, que por allá las cosas van mejor, que Europa está echada a perder… Por mi parte, aprovecho la ocasión para hablarte una vez más de mi última incorporación, sobre mis temores e inseguridades, y sobre esa horrible sensación de abandono que me inunda con tu partida. No es que no me alegre por ti, en realidad me alegro mucho, se trata más bien de lo extraño y ajeno que se va a volver todo cuando no estés aquí. En cualquier caso, por fin empiezas a hacerte cargo de tu vida después de tanto tedio… aunque, debo decir que no me creo que sea por trabajo. Todas las épocas son infames, sólo el amor las hace soportables y lo sabes. Poco importa el trabajo; poco importa -¡y mira bien lo que digo!- la literatura; poco importa vivir mejor, o simplemente vivir, si tienes una razón para levantarte -¡lévedamente!- de la cama y no sentir esta maldita nausea. Por esta razón y sólo por esta, has decidido largarte. Así funcionamos los que nos movemos en las dualidades, en el ‘entre’, por mofarme de Marzoa [eros-thanathos/ levedad-peso/ sujeto-objeto/ ser-ente/ amor-sexo/ conciencia-espiritu/ materia-forma/ cuerpo-alma/ Beatles- Rollings/ Ginebra-Ginebra y tantos otros] que cuando nos desestabilizamos a favor de uno de los dos contrarios, tomamos decisiones extremas. Arroutadas varias.

De ti, me quedo con Cortazar, con tu paso del peso a la levedad tras tu descenso al infierno, con las noches en las que la muerte sigue nuestros pasos, con la poesía, con las conversaciones sobre sexo, con las bragas que nunca recuperaste, con un libro dedicado, con cuatro fotos, con las noches alegres y mañanas tristes tomando té y un libro de Pessoa bajo el brazo, con la euforia del curruncho, con el tedio de Sada –en tu contemplación, el tedio es menos tedio-, con la playa de morazón, con el gato acostado, con el odio cara las gentes del ser, con las noches en el forum, con las ganas de reir sin saber por qué, con las ganas de llorar sin saber por qué, con la bipolaridad, con los pronombres.



Haz la maleta, ¡con todo lo que eso supone! Y lárgate en silencio. Brindemos por el último trago, y allá donde te lleven tus pasos, recuerda que en algún punto exacto entre el afelio y el perihelio nos encontramos con el mismo paso.

En sada, a jueves 30 de junio del 2011
Enrique Latorre-Ruiz